El cuerpo humano es muy insolente, sobre todo el de uno el hombre, siempre produce y emite gases y componentes que molestan a las mujeres y a las personas educadas. Más aún en la adolescencia, cuando se pasa de ser niño a hombre, es increíble lo nauseabundo que uno se vuelve para los demás. Peor aún es ese momento en el que descubres lo que puedes hacer con buena imaginación y más tiempo de lo normal en el baño.
Todo varón pasa por ese momento y
aunque creemos que nadie lo sabe en realidad todos lo comentan y hacen chistes
con ello. En mi caso fue un terrible momento, un agonizante escape, un final
feliz con muchas presiones y contrariedades. Como lo requiere la mañana al
despertar fui al baño, me senté en el inodoro y leía el envoltorio del jabón
para distraerme un poco, de pronto empiezo a tocarme el pito y a sentir algo
extraño, nuevo, emocionante; como una chispa en las tripas y cosquilleo en las
nalgas. Lo sigo tocando y la sensación se hace más fuerte como si halaran de mi
alma el último hilo de vida. De pronto, siento los pasos conocidos de las
chancletas de mi madre y el ruido metálico de la tranquera al ser descorrida;
rápidamente y en un movimiento de gacela veloz sostengo la puerta con una mano
y con la otra continúo con el acto emotivo.
Ella grita – Andrés, ¿Qué estas
haciendo? Apúrate, aquí también está tu abuela esperando. – La situación me
deja perplejo, me debato entre dejar el placentero regurgitar de mis emociones
para darle paso a las necesidades de mi madre y mi abuela. Ante mi silencio mi
madre pregunta – Andrés ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal? ¿Te estás ahogando? Mi
jadeo constante la confunden y escucho a mi abuela decir: – Creo que está
vomitando, deberías entrar para ver que le pasa. Todo esto sucedía muy rápido,
era como ver pasar mi vida frente a mis ojos, desde mi niñez a mi niñez de doce
años. Pero justo cuando el éxtasis se apropió de mi cuerpo, me elevó al cosmos
y relajó mis músculos, he soltado la puerta y en la caída del cielo a la tierra
ha dejado en evidencia mi cuerpo frente a mi madre y mi abuela. Sólo con mucha
terapia y medicamentos logré superar la marca.