viernes, 7 de marzo de 2014

Cuando sintió los pasos conocidos y el ruido metálico de la tranquera al ser descorrida


El cuerpo humano es muy insolente, sobre todo el de uno el hombre, siempre produce y emite gases y componentes que molestan a las mujeres y a las personas educadas. Más aún en la adolescencia, cuando se pasa de ser niño a hombre, es increíble lo nauseabundo que uno se vuelve para los demás. Peor aún es ese momento en el que descubres lo que puedes hacer con buena imaginación y más tiempo de lo normal en el baño.

Todo varón pasa por ese momento y aunque creemos que nadie lo sabe en realidad todos lo comentan y hacen chistes con ello. En mi caso fue un terrible momento, un agonizante escape, un final feliz con muchas presiones y contrariedades. Como lo requiere la mañana al despertar fui al baño, me senté en el inodoro y leía el envoltorio del jabón para distraerme un poco, de pronto empiezo a tocarme el pito y a sentir algo extraño, nuevo, emocionante; como una chispa en las tripas y cosquilleo en las nalgas. Lo sigo tocando y la sensación se hace más fuerte como si halaran de mi alma el último hilo de vida. De pronto, siento los pasos conocidos de las chancletas de mi madre y el ruido metálico de la tranquera al ser descorrida; rápidamente y en un movimiento de gacela veloz sostengo la puerta con una mano y con la otra continúo con el acto emotivo.

Ella grita – Andrés, ¿Qué estas haciendo? Apúrate, aquí también está tu abuela esperando. – La situación me deja perplejo, me debato entre dejar el placentero regurgitar de mis emociones para darle paso a las necesidades de mi madre y mi abuela. Ante mi silencio mi madre pregunta – Andrés ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal? ¿Te estás ahogando? Mi jadeo constante la confunden y escucho a mi abuela decir: – Creo que está vomitando, deberías entrar para ver que le pasa. Todo esto sucedía muy rápido, era como ver pasar mi vida frente a mis ojos, desde mi niñez a mi niñez de doce años. Pero justo cuando el éxtasis se apropió de mi cuerpo, me elevó al cosmos y relajó mis músculos, he soltado la puerta y en la caída del cielo a la tierra ha dejado en evidencia mi cuerpo frente a mi madre y mi abuela. Sólo con mucha terapia y medicamentos logré superar la marca.