domingo, 19 de mayo de 2013

La Prima Rita


Sentí un gran alivio al corroborar que no era él. Ese cuerpo tirado en el suelo que no perturba a nadie porque no es un ser querido ni alguien conocido. A nadie ha amado ni amará nunca porque ahora yace muerto, como un muerto más que lo hace todos los días. Tal vez impactó a la primera persona a quien le arruinó la mañana al toparse pero después de eso nada. Solo uno más y listo, se levanta el cadáver, se realiza la investigación y se llega a la conclusión que en realidad carece de importancia para el más importante, el protagonista del hecho, es decir, el muerto. Y digo que sentí un gran alivio porque en esa misma mañana me llamó mi prima rita y me dijo que había visto una persona fallecida en plena calle, en medio de un tumulto y que éste, el muerto, se parecía a Ignacio, mi marido, mi Nacho, quien sí ha amado y amará por siempre; a mi, su querida esposa y que de forma extraña lleva más de una semana extraviado.

Inmediatamente tomé mi bolso y salí a toda prisa a esa calle y ese tumulto que me había mencionado Rita para percatarme y en feliz término que se hombre, el muerto, no era en realidad mi Ignacio, mi querido y amado esposo, Ignacio.

Aliviada, fui a casa, dejé mi bolso en la mesa del comedor y me dirijo al teléfono para avisarle a la prima Rita que el hombre en la calle, el muerto, no era mi Ignacio y luego recordé que Rita tenía varios meses de haber muerto.

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